Por exilio entendemos lo que define la situación del que es separado del suelo propio. Desterrado. Defino exilio usando la etimología que viene de los usos populares del término, ya que la relación del término suelo (solum) con el origen de exilio (exsul) estaría explicada por una s añadida no referenciada con suficiencia (en el latín arcaico siempre aparece escrita como exul sin el supuesto añadido gráfico de la “s” que aparece en el latín clásico y justificaría su relación con el sentido). Se abre una pregunta ¿Qué significa suelo propio?

“Exiles, es verdaderamente el acercamiento a algo que es para él [Joyce] el síntoma. El síntoma principal es, por supuesto, el síntoma constituido por la carencia propia de la relación sexual. Pero es preciso que esta carencia cobre una forma. No cobra cualquier forma.

Esta forma es para Joyce la que lo ata a su mujer, la tal Nora, durante cuyo reinado él elucubra Exiles. Se ha traducido [al francés] Les Exilés, cuando [Exiles] también quiere decir Les Exils. No podría haber mejor palabra que exilio para expresar la no-relación, y precisamente en torno a esta esa no-relación gira todo lo que hay en Exiles.

La no-relación, es que no hay verdaderamente ninguna razón para que él considere como su mujer  «una mujer entre otras». Una mujer-entre-otras es también la que se relaciona con cualquier otro hombre. Se trata precisamente de este cualquier otro hombre en el personaje  que él imagina y para el cual, en este momento de su vida, sabe despejar la elección de la una- mujer en cuestión, que no es otra que Nora.”[1]

Exiles, la única obra de teatro escrita por Joyce, es una obra cómica. Así lo decía Joyce, insistiendo en una calificación que no parece haber sido compartida por los que se han ido acercando a esta obra, a su lecturas o a su representación. Pero para Joyce, era cómica. ¿Qué puede haber de cómico en  Exiles? Quizá esta calificación de Joyce sea una defensa, una manera de dirigir el humor hacia sí para mitigar el sufrimiento. Lo cómico lleva en sí lo trágico, tanto como la misma tragedia. “…ocupa un lugar dentro de la gran serie de aquellos métodos que la vida anímica de los seres humanos ha desplegado a fin de sustraerse a la compulsión del padecimiento, una serie que se inicia con la neurosis y culmina en el delirio, y en la que se incluyen la embriaguez, el abandono de sí, el éxtasis.”[2]

Joyce vivió la mayor parte de su vida exiliado, situación que, paradójicamente y en sentido estricto, le da un lugar propio; o un modo de apropiarse de un lugar, de arraigarse sinthomáticamente en los márgenes de un lugar posible, el de la escritura con la que va informando su posición en relación a la no escritura de la relación sexual. Esa es la trama del sínthoma, el exilio como lugar posible en el mundo; así es en Joyce y en cualquier ser hablante, expresado analíticamente. Y en Joyce, el sínthoma, la obra/ el obrar con el lenguaje como determinación de un modo de vivir la errancia siendo el exilio, quizá lo podamos pensar como la defensa necesaria para ir haciendo con las presentaciones de la completitud del Otro. Una manera de leer las salidas de Joyce. El sínthoma como suelo propio, arraigo necesario a toda posible producción. Así para cualquiera, salvando las distancias.

Montserrat Rodríguez Garzo

 

[1] Lacan, J. Seminario 23, Paidós, Buenos Aires, 2006, p.68

[2]Freud, S. “El humor”. O. C. Amorrortu, V. XXI. Buenos Aires, 1987, p. 157.