Han pasado muchos años desde que Freud en El proyecto de una psicología para neurólogos (1895 [1950]), pone en contacto por primera vez la epistemología neurológica con las preguntas sobre el malestar para las que no hay respuesta desde este ámbito del conocimiento.

Hoy, con la noción de plasticidad neuronal un sector de las ciencias neurológicas retoma la investigación de la mutabilidad del cerebro estableciendo cierto paralelismo entre los postulados de la epigenética, que sostiene que la expresión genética está vinculada a factores medioambientales, y los de la subjetividad neuronal, resultado de la inscripción de la experiencia en el SNC, tratando así de localizar la subjetividad en el sistema neuronal.

Preguntas que ya están en la producción freudiana referida, escritos en los que Freud se interroga sobre el estado de su investigación y en los que se plantea la localización anatómico-fisiológica de los fenómenos que investigaba, su causalidad y cuantificación. Causalidad, localización y expresión de los movimientos afectivos.

Vuelvo a la relación entre los significantes psicoanálisis y cultura, esta vez usando el término cultura para referirme al valor que se otorga a los usos de los conocimientos desde las instancias que nos gobiernan, en el sentido extenso e intenso de la noción la gobernanza.

En el territorio del estado español esta relación es floja y los psicoanalistas no estamos al margen de esta debilidad. Pero no toda la responsabilidad es cosecha nuestra. La introducción del psicoanálisis ha sido costosa y lenta por la dinámica de la historia contemporánea y está trufada de violencias, exilios y torpezas.

No voy a extenderme con información sobre la historia del psicoanálisis en España; sí mencionaré una vez más el caso de Francesc Tosquelles, su acercamiento a las primeras manifestaciones del psicoanálisis cuando aún estaba en Reus, con Emili Mira, y su interés por la tesis doctoral de Lacan casi contemporáneo a la lectura de la misma.

Exilios

Los psiquiatras que empezaban a explorar el discurso psicoanalítico fueron exiliados. Fueron exiliados los que lo introdujeron, empujados por el nazismo, y exiliados también los que volvieron a traer el discurso a España en los años setenta, aquellos argentinos que hubieron de abandonar su país a causa de las dictaduras militares.

Oscar Masotta fue el representante primero del segundo tiempo de la presencia de la lectura lacaniana del texto de Freud en España. Porque el primero fue Francesc Tosquelles, antes de cruzar la frontera, trabajando en L’Institut Pere Mata con la tesis doctoral de Lacan, una tesis médica perforada por el discurso freudiano.