por Norberto Ferrer
Nos encontramos hoy, otra vez en París, en el cuarenta y dos Coloquio Interasociativo de Psicoanálisis, para reflexionar sobre la enseñanza de Lacan 50 años después de su muerte. Hemos consumido ya la tercera parte del siglo XXI, estamos en el año 2031 y lo real aún insiste. Se impone nuevamente una reflexión acerca del movimiento psicoanalítico mundial y de sus andaduras. El paraíso perdido de «La Escuela» encuentra sus marcas históricas en la disolución realizada por Freud de la pequeña Sociedad de analistas de Viena en 1907 y en la otra gran disolución de 1980 de la Escuela Freudiana de París, efectuada por Lacan. A partir de ese momento, un Big-bang institucional conmocionó el escenario psicoanalítico y numerosas asociaciones comenzaron a surgir. El poder cohesionador del maestro-jefe había desaparecido. Las identificaciones especulares yoicas entre analistas, soporte estructural de los amores y odios entre hermanos, ya no fueron sostenidas por Lacan, que encarnaba el modelo o ideal de cada analista. Sus discípulos directos, los que vieron sus caras (y no en fotos de algún álbum familiar), los que oyeron su voz o tocaron de alguna manera su cuerpo, reprodujeron sin cesar la fiesta totémica, fundando escuelas y asociaciones donde un nuevo ideal comenzó a surgir. El nuevo espejismo de la comunidad lacanohablante , nuevo cuerpo social imaginario, capaz de anticipar con un «pase de entrada» o con una representatividad y autorización interesada, una maduración analítica rápida, efectiva y excepcional. Los múltiples intentos por unificar o uniformar una institución analítica fracasaron.
A finales del siglo XX se postuló que las distintas asociaciones psicoanaliticas locales, de ciudades, podían funcionar, frente a las organizaciones de países, internacionales o intercontinentales, como los múltiples cárteles de una sola institución . La experiencia provocó en principio un efecto de producción. Los «más uno» utilizaron su ascendiente transferencial para ser «Uno en más» dentro de las asociaciones supranacionales. Esta nueva decepción provocó más divisiones, cambios y transmigraciones de analistas.
Ya en los albores del siglo XXI, y a partir de la postulación de que un analista representa a una asociación para otro analista, se instauró el pase interasociativo , a través de un sistema de sorteos que permite la selección de pasantes, pasadores y jurados en las diferentes asociaciones participantes de esta experiencia. Este pase no es nominativo, pero el acto de pasar marca al analista de cada institución y a cada asociación de los diferentes analistas. Marcas migratorias, exilios inevitables que denuncian constantemente al analista y a la institución la imposibilidad y la impotencia de sus discursos, marcados por lo real.
El pase, como la vida, también es un viaje. Como en el análisis, es falsa la opción excluyente de terminable o interminable . El aspecto terminable del pase se manifiesta en el análisis, donde el pasaje de analizante a analista encuentra, en la travesía del fantasma y en el fin del análisis, su modelo y su resolución. El aspecto interminable del pase se produce frente a los otros de la comunidad analítica, en las asociaciones, donde cada acto renueva la instancia de pasar.
Las interminables destituciones institucionales renuevan la apertura transferencial de un psicoanalista hacia los textos y los trabajos de otros psicoanalistas. Transferencia a la letra viva del otro ausente.
«La» institución no existe , lo que no impide amarlas una a una, lo que no impide sostenerlas como nuestro síntoma, lo que no impide dejarlas.
En este coloquio, que así como el Lacanoamericano nació con vocación internacionalista, cada año son más las asociaciones que se reúnen: instituciones de diferentes ciudades, interasociativas de distintas ciudades y países, asociaciones nacionales, internacionales, fundaciones, cárteles, centros, círculos, federaciones, seminarios, etc.; todas intentando echar luz sobre la difícil articulación y anudamiento entre la teoría, la práctica y la institución que se padece.
Si la Asociación Internacional de Psicoanálisis (I.P.A.) fue el síntoma de lo que Freud esperaba de ella y lo real es la respuesta sintomática de Lacan a Freud, esta fragmentación en innumerables y diferentes asociaciones y experiencias psicoanalíticas, se ha afianzado como reacción sintomática inevitable y próspera de los analistas de hoy al real de Lacan .
Lo anunciaba Lacan en «La tercera» de 1974: «…todo depende de si lo real insiste. Para ello es necesario que el psicoanálisis fracase. Hay que reconocer que va por ese camino y que, por lo tanto, tiene aún grandes posibilidades de seguir siendo un síntoma, de crecer y de multiplicarse «. De esta multiplicación tenemos aquí la prueba.
Ya ninguna asociación psicoanalítica, sea ésta nacional, continental o mundial, puede representarse a sí misma, así como ningún significante lo hace, sino por oposición o diferencia. Tal como ocurre con los significantes, el valor del progreso del psicoanálisis sólo puede ser el resultado de las relaciones de oposición y diferencias entre las distintas experiencias de vínculos sociales.
Solamente la combinación y convivencia de esas diferencias han alimentado el deseo de escucharnos, sabiéndonos condenados al desencuentro.
Sólo las instituciones analizantes , en su caso por caso, en su irrenunciable pasaje del imaginario sujeto del saber al inquietante lugar de la falta, pueden ser lugar de paso y del pase de cada psicoanalista.
La única escuela en la que «el sujeto se manifiesta en su hiancia, a saber, en lo que causa su deseo», sigue siendo la del análisis, y las mejores formaciones, las del inconsciente. El análisis es la escuela del deseo donde los cuatro discursos, marcados siempre por la imposibilidad y la impotencia, y sus respectivos deseos se ponen en juego. El deseo universitario de Ser todo saber , o el del amo como deseo de prestigio , mutan primero al histerizado deseo de saber y por fin pasa , si todo termina bien, al deseo de deseo . Deseo de deseo que es al fin el deseo del analista. Deseo de que el analizante desee…lo que sea.
Mis «mejores deseos» para éste y los próximos coloquios. Gracias.